Cefaleas, casi todos las hemos experimentado en algún momento, pero ¿cómo se diferencian? Un experto habla sobre esta dolencia común.
Las cefaleas, comúnmente conocidas como “dolor de cabeza”, son uno de los trastornos más comunes del sistema nervioso. Varían en términos de lugar, intensidad y frecuencia. Se pueden irradiar a través de la cabeza desde un punto central o introducirse como un tornillo. Las hay agudas, latentes o secas. También pueden desarrollarse en forma gradual o repentina y durar desde menos de una hora, hasta varios días.
Los síntomas dependen, en cierta medida, del tipo de cefalea que sea. La mayoría no son el resultado de una enfermedad grave, pero algunos pueden deberse a enfermedades que ponen en riesgo la vida y que requieren atención médica urgente. Se conocen dos tipos específicos de dolor de cabeza:
Dolores de cabeza primarios
Son los más comunes, de tipo benigno y de corta duración. En el fondo no tienen una causa orgánica que lo desencadene. Pueden ser de orden tensional, migrañas, en racimos y por abuso de analgésicos.
El dolor de cabeza tensional va de leve a moderado y la causa es la tensión. Según el Neurólogo Guillermo Romero “muchas veces no se asocia el dolor de cabeza con la tensión, porque se ha normalizado la tensión, pero no lo es. Suele aparecer en horas de la tarde y se presenta en la parte posterior de la cabeza, que se irradia hacia el cuello, los hombros y la espalda. Tampoco se reconoce el dolor de cabeza por tensión cuando aparece en la región cervical, pero es parte de lo mismo”.
Migrañas o jaquecas son un tipo recurrente de dolor que puede ir de moderado a intenso y puede ser pulsante o vibrante. Hay investigadores que consideran que puede ser de tipo genético. El especialista señala que “no se conoce la causa, hay centros neuronales que en algunas personas tienden a generar las migrañas”. También hay una serie de factores que las pueden desencadenar, tales como estrés, ansiedad, cambios hormonales, exposición a luces brillantes, ruidos y olores fuertes, consumo de cigarrillo o café. Incluso en ocasiones se le atribuye al sobreesfuerzo físico y a saltarse comidas.
Por su parte, la cefalea en racimo “es uno de los tipos más dolorosos y poco frecuentes. No están claras sus causas, aparece normalmente en una misma hora en la noche y en racimos, dura unos minutos y luego vuelve por varios días”, expresa el experto.
El uso de analgésicos de manera continua sin receta médica puede causar cefaleas por abuso de analgésicos.
Dolores de cabeza secundarios
No son tan comunes y casi siempre son el síntoma de una enfermedad que debe ser tratada por un especialista, pues existen gran cantidad de afecciones de distinta gravedad que pueden causar este tipo de dolores de cabeza.
Entre las posibles causas y las más comunes, se incluyen las siguientes:
• Sinusitis aguda
• Problemas dentales
• Infección de oído
• Hipertensión
• Influenza (gripe) y otras enfermedades febriles. Incluye Covid-19
El doctor Romero menciona que es importante diferenciar un dolor primario de un secundario. “Es primario cuando se va incrementando con el paso del tiempo, en frecuencia y en intensidad. Generalmente, tiene las mismas características, pero cuando este patrón de dolor de cabeza cambia, si no es el que reconozco siempre, puede ser un dolor de cabeza secundario. Además, ante un primer dolor de cabeza y sobre todo que sea persistente, es mejor consultar un profesional”.
Tratamiento eficaz
Existen diversidad de formas para tratar las cefaleas, pero es importante consultar antes a un médico. Entre los enfoques alternativos se incluyen: acupuntura; terapia cognitivo-conductual; productos herbales y nutricionales para la salud; y meditación. Algunas veces, puede ser consecuencia de una deficiencia nutricional y específica, sobre todo, por falta de magnesio y ciertas vitaminas del grupo B.
Además, se pueden tomar medidas que reduzcan el riesgo de cefaleas y alivien el dolor como descansar con los ojos cerrados en una habitación silenciosa y oscura, beber líquidos, aplicar compresas calientes o frías en el área de la cabeza y cuello, y, en lo posible, evitar situaciones de estrés. En general promover hábitos de vida saludables, mantener un horario de sueño, hacer ejercicio de forma regular, evitar el cigarrillo, reducir el consumo de alcohol y seguir una alimentación equilibrada.