viernes 22 de noviembre de 2024

Compromiso social y culinario

Compromiso social y culinario

Compromiso social y culinario

Santiago Rosero busca disminuir el desperdicio alimentario. Ayuda a cambiar el ‘chip’ de la gente con su proyecto ‘Idónea’.

Él es un periodista ecuatoriano que ha escrito para prestigiosos medios locales e internacionales, como las revistas: Rolling Stone, Gatopardo, Etiqueta Negra, o Radio Francia Internacional. Por su trabajo, Santiago Rosero ha sido nominado al Premio Gabriel García Márquez de periodismo narrativo.

Pero esta vez, Santiago nos habla de su otra pasión, de su primera carrera universitaria: la Gastronomía. A los 22 años, decidió que quería ser periodista, entonces dejó de lado el oficio de cocinero, pero no del todo. En su trabajo periodístico el tema está muy presente, desde el enfoque de la agricultura o lo cultural de la cocina.

En 2010, se fue a vivir a París. Continuó con el periodismo y entre su búsqueda de historias se encontró con ‘Freegan Pony’, un restaurante que nació con una propuesta de rescate de alimentos del mercado mayorista parisino. Los presentaba en una carta única a sus comensales y funcionaba en un antiguo depósito ferroviario municipal. Santiago se puso en contacto con sus gestores, trabajó como voluntario y comandó la cocina, un día a la semana.

Entonces, el emprendedor se acercó a la realidad del desperdicio de alimentos, un tema poco difundido, a pesar que representa un flagelo a nivel mundial por su impacto al ambiente y en lo social. “Un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdicia. Si solo una cuarta parte de esos alimentos se rescatara, podríamos alimentar a las 900 millones de personas que pasan hambre”, enfatiza.

Al retornar de París, el periodista y cocinero ya había hecho contacto con su compatriota Estefanía Gómez, quien trabajó en La Haya, en un restaurante con un concepto similar al parisino. Además ella había hecho una tesis sobre el desperdicio alimentario. De esta experiencia y de esos contactos, nació ‘Idónea’, un proyecto que rescata frutas, hortalizas y verduras del Mercado Mayorista de Quito. Una vez al mes, Estefanía y Santiago madrugan las 04:00 de un sábado y con un grupo de voluntarios recorren el mercado.

Solicitan a los comerciantes aquellos alimentos que están a punto de ser desechados a la basura común y muy probablemente sumarán a los 3 300 millones de gases de efecto invernadero que se emiten cada año debido al desperdicio.

Llenan una camioneta con los alimentos. Santiago explica que el 98% de lo recogido está en excelente estado. “Son totalmente idóneos y usables para las preparaciones. Entonces, vamos pensando en cómo convertir esa ‘cosecha’ en platos. Casi siempre son veganos, a veces incluyen huevos, entonces se convierten en vegetarianos”.

‘Idónea’ es un proyecto solidario y culinario, que funciona desde diciembre de 2018 y trabaja con restaurantes de Quito. Se instalan ahí y junto con sus chefs, trabajan en una propuesta para ofrecer una cena abierta al público (de pago voluntario) y luego, un almuerzo (sin costo) a grupos de mujeres, niños, migrantes o trabajadores. En esos espacios, también ponen a disposición de los comensales frutas, verduras y hortalizas ‘rescatadas’.

“El desperdicio de alimentos es un tema que nos compete y necesita la intervención de todos los sectores de la sociedad. Informarse acerca de la problemática es algo que debería preocuparnos como consumidores, productores y comercializadores”, afirma. Según datos oficiales, en Quito se desperdician 100 toneladas de alimentos al día, una cifra que alarma en una ciudad donde se sabe de altos índices de desnutrición. Por ello, Santiago y Estefanía, con ‘Idónea’, llevan un mensaje a sus comensales: Dignificar los alimentos y convertirlos en comida para que los disfrutemos y reflexionemos.

‘Idónea’ sale adelante mes a mes. A futuro podría convertirse en una app para evitar el desperdicio de productos de panaderías, restaurantes o quizás hacer comedores populares en barrios de Quito.

“El ahorro es una forma de evitar el desperdicio. El trabajo no remunerado tiene un valor inmenso cuando las causas tienen impacto y rompen esquemas”.

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