Concepciones culturales sobre la sexualidad masculina

Concepciones culturales sobre la sexualidad masculina

Concepciones culturales sobre la sexualidad masculina

Si bien se cuestionan los roles de género femeninos, todavía son pocos los que se preguntan por lo que la sociedad demanda de los hombres. 

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Revista Maxi, en colaboración con Five, presenta esta sección especial de sexualidad responsable, que pretende educar y fomentar el bienestar, tanto de mujeres como de hombres, en relación a su sexualidad. Comparta estos contenidos elaborados por dos expertos en el tema y úselos como una guía para usted y su familia.

Hablar de sexualidad es hablar de lo humano. La sexualidad es parte fundamental de cómo pensamos, hablamos y actuamos y será uno de los elementos que guían nuestra cosmovisión (manera del ver el mundo). Sin embargo, ésta no tiene componentes exclusivamente biológicos o anatómicos, está marcadamente influida por la cultura y por los roles que la sociedad impone a los hombres (lo masculino) y a las mujeres (lo femenino). 

En esta nueva entrega hablaremos de lo que implica ser hombre desde la perspectiva de la sexualidad, qué demandas y expectativas tiene la cultura para los varones y las nuevas maneras de entender la masculinidad.

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Ideas y creencias sobre lo masculino

En nuestros contextos es cada vez más conocida la idea de que la cultura determina lo que implica lo femenino. A lo largo del tiempo y con el desarrollo del feminismo, los estudios y análisis sobre la situación de las mujeres y los roles de género han permitido conocer, de mejor manera, las demandas y creencias de lo que implica ser mujer, sobre el entendido de la diferenciación y la hegemonía política, religiosa, ideológica y sexual/biológica de lo masculino. 

En contraste, todavía se habla poco de la influencia cultural en los roles que definen lo masculino y lo que esto implica para los hombres. Es invisible la diversidad que integra la denominada “masculinidad”.

En la cultura occidental, donde las concepciones morales religiosas son determinantes, el varón tiene protagonismo, autonomía y capacidades que las mujeres están lejos de poner en práctica. Es bastante evidente que hay algunas formas de ser varón que determinan lo que es “masculino”: el hombre debe actuar, pensar y hablar de formas específicas y las expectativas sociales frente a un niño (distintas a las que se tienen sobre una niña) determinarán en varios aspectos su desarrollo y las decisiones que tome a lo largo de su vida.

Los roles de género masculinos tienen mandatos específicos y claros: ser valientes, proveedores, exitosos, desafiantes y un largo etcétera. Estos, por un lado, anulan las diferencias individuales de los hombres en torno a un modelo “ideal” masculino y, por otro, diferencian radicalmente al hombre de la mujer, ubicándolo en una posición de superioridad sostenida en la mayor importancia y valoración que se da a las características masculinas frente a las femeninas.

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Masculinidades diversas

“Los hombres son como son y las mujeres son como las hace la cultura” es un axioma que se sostiene, tácitamente, en nuestros contextos sociales, como una de las concepciones surgidas de las ideas tradicionales de que las mujeres son inferiores a los varones y que la lucha por los derechos es para “igualar” a los dos géneros. Siguiendo esta lógica, la cultura machista está aceptando lo femenino de una forma más amplia y aprobando las diferencias. Sin embargo, lo “masculino” se sigue manteniendo como características únicas universales para todos los hombres, sin aceptar las diversidades o viéndolas como aberrantes y/o patológicas.

Al igual que en el caso de las mujeres, la diversidad de formas en las que los hombres viven su masculinidad es un hecho que va más allá de los mandatos culturales o de género, elementos como la etnia, la orientación sexual, el nivel socio-cultural y la pertenencia a distintos grupos son los que conforman las distintas masculinidades.

Si decimos que la “masculinidad” es la manera en la que cada hombre vive el ser varón podemos decir, también, que hay diversidades importantes entre las que están:

• La masculinidad hegemónica: determinada por las convenciones sociales y que caracteriza al hombre como productivo, autónomo, heterosexual y con amplio control sobre sus emociones.

• La masculinidad subordinada: implica que un hombre no cree cumplir alguna de las características propias de la masculinidad hegemónica (no es tan fuerte, no es productivo, no tiene control sobre sus emociones), por lo que se cuestiona o se mira como deficiente o inadaptado.

• Masculinidades alternas: algunos hombres miran críticamente las formas socialmente aceptadas de masculinidad y deciden tomar algunos rasgos que les parecen más adecuados por sobre otros. No quieren repetir patrones estereotipados y buscan vivir su “ser varón” de una manera más cercana a sus propias concepciones, a sus necesidades auténticas y menos influenciadas por los roles de género.

La forma en la que cada hombre vive su sexualidad estará determinada, también, por la elección que haga al momento de definirse como varón. La apertura hacia nuevas formas de ser y hacer amplía las perspectivas en el ámbito de la sexualidad y cómo es vivida por el hombre.

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Característica de lo masculino en nuestra cultura

En nuestros contextos latinoamericanos y ecuatorianos es común escuchar que algunas de las características más relevantes masculinas en relación a la sexualidad son:

• Viriles: tienen muchas parejas sexuales, son expertos en el tema, decididos y fuertes. El hombre propone, seduce y es activo en la intimidad.

• Inconstantes: le temen al compromiso y buscan no “aburrirse” teniendo varias parejas al mismo tiempo. La promiscuidad es su bandera.

• Dominantes: tienen la iniciativa y saben cómo hacer y qué hacer.

• Mayor rendimiento: son fogosos, se dejan llevar por el instinto y no lo controlan, siempre satisfacen a su pareja.

• Placer: luego del matrimonio, se convierten en proveedores de la familia (aportan económicamente) pero buscan placer en otras mujeres.

• Independiente: puede establecer relaciones sin depender de ellas, siendo autónomo y puede estar solo sin sentirse mal ni amenazado.

Las características que son consideradas como masculinas y que se transmiten a los niños desde su nacimiento -de forma explícita o implícita- van a determinar la manera en la que ellos se vinculan con sus pares (otros hombres) o con las mujeres. En esta lógica, hay comportamientos que se esperan que un hombre tenga a lo largo de su vida y que comúnmente son aceptados (si no esperados) por las mujeres. Por ejemplo: cuando un niño pega o tira el cabello de una niña, es común escuchar que “es normal porque le gustas”. La sociedad normaliza y relaciona una conducta masculina agresiva o violenta con el interés romántico o sexual por una mujer.

Sin embargo, hay comportamientos masculinos, desde la perspectiva erótica, sexual o sensual, que generan (o no) mayor o menor interés en las mujeres y estos, también, están determinados por la cultura y el tiempo histórico. Si se hace una encuesta a las mujeres, para saber qué es lo que más las atrae en el ámbito de la sexualidad, una de las respuestas más comunes es que haya una actitud decidida y dominante (no agresiva) en la cama; que sea evidente el interés sensual que el hombre tiene en la mujer y que una cierta protección, combinada con fortaleza es considerada atractiva en los momentos previos al encuentro sexual.

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Los retos de la sexualidad masculina en el siglo XXI

Partamos del hecho de que lo “viril”, culturalmente hablando, significará cosas distintas, en momentos distintos y según cada persona particular. Las generalizaciones en estos temas empobrecen la noción de lo complejo, amplio y rico del espectro de lo que implica ser hombre.

Aldous Huxley, escritor inglés, sostuvo que “la verdadera virilidad significa voluntad fuerte guiada por una conciencia delicada” y es importante tener en cuenta que lo que a algunas mujeres puede parecerles sensual y erótico y atraerles en el juego sexual no puede generalizarse a todas. También, que una cosa es el ámbito “de la cama” y otra cosa es la vida cotidiana. Es decir, lo que puede gustar en el ámbito del encuentro íntimo no necesariamente gusta o se busca en el ámbito de las relaciones cotidianas.

Conocer, comprender y respetar estas diferencias, valorarlas y actuar en consecuencia es uno de los retos que los hombres tienen en el siglo XXI.

Otro de los retos que los hombres tienen es el de reconocer sus debilidades y no buscar cubrir con el estereotipo cultural. Saber pedir ayuda cuando se requiere, valorar la participación de la pareja y reconocer que no se sabe o no se puede todo ayuda a vivir la masculinidad de una forma más honesta y con menos presión.

Reconocer que lo físico no es, necesariamente, lo más importante, puede ser un reto en estos tiempos en que la imagen predomina frente a otros aspectos, tanto en hombres como mujeres. El tener un físico masculino -dentro de los cánones de virilidad occidentales- puede convertirse en un suplicio y un proceso doloroso, si no se consigue el cuerpo “escultural” que se desea. Potenciar esos otros aspectos atractivos como el buen humor, la inteligencia, la delicadeza o la capacidad de gestionar y actuar de forma proactiva es parte de reconocerse como hombre y ser humano.

Finalmente, darle espacio a la sensibilidad, permitirse llorar, estar triste o indeciso y mirarse también en la vulnerabilidad, se ha convertido en un logro que algunos hombres han conseguido para asumir su virilidad de forma diversa. Los cambios sociales y culturales toman tiempo y, mientras tanto, el que cada hombre pueda valorar su “lado sensible” facilita la transformación y el reconocimiento de la diversidad de las masculinidades.

Ser hombre, en el mundo contemporáneo, es vivir la masculinidad de la forma particular que cada uno elija, más allá de los estereotipos y los “deber ser” de la cultura dominante. Vivir la sexualidad de manera saludable también implica asumir que cada uno es diverso y que esta se sostiene en el respeto de la propia diferencia y de la diferencia del otro.

Lo “masculino”, lo mismo que lo “femenino”, son formas de acercarse a la diversidad de lo humano y se transforma a partir de la experiencia y los aprendizajes. Es una evolución que se construye con los otros, en las relaciones y de acuerdo al compromiso que se desarrolla con el bienestar común, implicará una mayor, más amplia y más profunda libertad y responsabilidad con placer propio y compartido.

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Maritza Crespo Balderrama, M.A. y Diego Tapia Figueroa

Ph.D. Psicólogos Clínicos
0987062628 - 0991835580

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Comentarios

Un comentario

  1. La masculinidad es buena y si quieren una visión positiva de ella y del bien que los hombres pueden brindar a la sociedad desde su masculinidad revisen el trabajo de Mariolina Ceriotti Migliarese. Mariolina Ceriotti Migliarese es neurosiquiatra infantil, y psicoterapeuta para adultos y parejas. Revisen su libro «Masculino. Fuerza, eros, ternura» Aqui en esta pagina hay un comentario sobre el libro https://www.nuevarevista.net/mariolina-ceriotti-migliarese-masculino-fuerza-eros-ternura/.

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