Es hora de darse su lugar

Es hora de darse su lugar

Es hora de darse su lugar

Si quiere tener buenas relaciones interpersonales en su vida, hay que iniciar priorizando el autorespeto.

En los medios de comunicación, y por tanto en la cultura, los últimos años ha primado un modelo relacional en el que las personas que más alzan la voz, insultan, juzgan, ignoran las reglas o la ley son las más exitosas o quienes tienen mayor poder, frente a otras que, con otro estilo de relacionamiento, elijen no abusar, no saltarse las normas y respetar al otro.

¿Qué es exactamente el respeto?

Algunas de las preguntas que se hacen a menudo nuestros consultantes es: ¿qué tengo de malo?, ¿me merezco esto?, ¿cómo debo reaccionar?, ¿cómo puedo cambiar esta situación?

Respetar es algo más que un simple verbo. La RAE señala, entre sus acepciones, que respeto es: “Miramiento, consideración, deferencia”. Lo entendemos como el reconocimiento de cada persona como única y considerada como igual a las otras, es decir, que nadie está por encima de nadie y, al mismo tiempo, cada uno de nosotros es singular, único e irrepetible.



Sentirnos respetados implica sentir que los demás nos consideran un interlocutor válido, alguien que es importante y se toma en cuenta para decidir. Alguien con quien se puede contar y que es aceptado tanto en su forma de pensar, de ser, de actuar y de decir. Por supuesto que aceptar no es sinónimo de compartir. Se puede aceptar sin estar de acuerdo, valorando que la otra persona es importante y significativa para uno mismo.

El respeto no es sinónimo de ‘dar miedo’, mucho menos de abusar. El miedo se manifiesta en odio, venganza, violencia y frustración. El respeto, por el contrario, se refleja en el reconocimiento, valoración, solidaridad, encuentro, crecimiento mutuo y bienestar común.

Asertividad, autenticidad y autoestima

Asertividad implica ser capaz de hacer valer la opinión propia y la propia voz, sin ofender o sobreponerse al resto de personas. El autoritarismo está en la contraparte del ser asertivo, porque busca una imposición de una única voz (la del autoritario) y el sojuzgamiento de las voces, pensamiento y el propio ser de los demás.

Ser asertivo implica reconocerse como valioso y valorar sus propias ideas y acciones, sin menospreciar las de las demás personas.



Autenticidad y autoconocimiento van de la mano, permiten valorar lo que tenemos de distinto de los demás y potenciarlo en favor de una convivencia positiva. Frente a un mundo que nos homogeniza e impone estereotipos, valorar lo que nos hace diferentes es importante.

A partir de esto, la autoestima es el respeto propio. La forma en la que nosotros nos vemos y respetamos a nosotros mismos impacta, no solamente en las decisiones y desarrollo de nuestra propia vida, sino en la forma que los demás nos ven y nos tratan. Mirarse a sí mismo con compasión y trabajar en los aspectos que creemos necesario mejorar es fundamental si lo que se quiere es hacerse valer y que nos respeten.

Y, ¿cómo me hago respetar?

En psicoterapia, trabajamos para que cada una de las personas que nos consultan vayan construyendo y transitando su camino hacia el auto respeto y la consecución del respeto de los otros. Esto es lo que debe tener en cuenta:



No intentar gustar a todos. Hay una frase popular en nuestra cultura que dice: “no eres monedita de oro para caer bien a todo el mundo”. Y es cierto. El esfuerzo y tiempo que invierte en siempre caer bien opera en detrimento del objetivo que se ha planteado: el que le respeten. Es inevitable, por la propia condición humana, que algo de lo que diga o haga no afecte, negativamente, a alguien. Plantearse como una persona coherente con usted y sus principios, aunque esto no “caiga bien” a todo el mundo es uno de los puntos importantes para propiciar el respeto, porque las personas sabrán a qué atenerse y esto es fundamental para generar confianza.



Obligación de complacer. Tratar con amabilidad no significa complacer a todos. Buscar complacer está más cercano a la sumisión y servidumbre que a la amabilidad y solidaridad. Ser amables implica, en cambio, hablar a los otros con cortesía, estar atento a las necesidades de los demás y valorar a las personas por ser eso: personas. La decisión de ayudar y ser solidario es propia, no puede ser una imposición en consecuencia del querer ser amado o hacerse imprescindible.



Practicar el “no” y los límites. Aprender a decir “no” es básico si queremos que nos respeten, además de ser nuestro derecho. Cómo decirlo es un arte. Esto significa que poner límites y decir no debe ser practicado y aprendido de manera que el hacerlo no implique agredir, ser violento o lastimar. Ser firme y dejar en claro sus prioridades, con respeto, a los demás, ayudará a que le respeten.



Exprese lo que siente. Recoja sus pensamientos, creencias y sentimientos. Transmítalos con asertividad y respeto. Es fundamental que los otros conozcan lo que está pensando y que sepan a qué atenerse con usted. Exprese libre y abiertamente lo que siente, piense y quiera, teniendo en cuenta el contexto y los derechos de los demás.



Responsabilidad por sus dichos y acciones. Un adulto se hace responsable de las decisiones que toma y asume sus consecuencias, no espera que los otros respondan o sufran por las decisiones que ha tomado. De la misma manera, no está obligado a hacer cosas -o no hacerlas- por “no hacer sentir mal a los demás”, incluso por encima de sus valores o creencias. Una cosa es no hacer mal a los demás, tratarlos con amabilidad y otra, muy distinta, es asumir la responsabilidad por la acciones o sentimientos de los otros. El hacerlo profundiza la codependencia emocional en las relaciones y, a la larga, alimenta el irrespeto y la falta de valoración y reconocimiento.



Reconozca sus errores. Si hay algo que inspira el respeto es saber reconocer los errores en público y reparar, es decir, asumir que uno se ha equivocado y actuar para transformar y mejorar la situación creada. Esto es un signo de valentía que promueve el respeto de los demás hacia uno mismo.



Aporte en construir lo nuevo. Aceptar las diferencias, de manera creativa, encontrar el propio lugar en el mundo, además de contribuir a generar una cultura del diálogo nos hace ser inteligentes en las relaciones y disfrutar la alegría de ser con los otros y de estar vivos.

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Maritza Crespo y Diego Tapia F.

Psicólogos Clínicos
098 706 2628
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