domingo 17 de noviembre de 2024

Identificando una relación tóxica 

Identificando una relación tóxica 

Identificando una relación tóxica 

Dependencia, altibajos emocionales y control son solo algunas de las características de esta situación, más común de lo que cree.

En nuestra práctica psicoterapéutica es bastante común escuchar que, tanto mujeres como hombres, señalan que viven una relación “tóxica” y suele ser un tema común para el trabajo en terapia con parejas y familias. Incluso en conversaciones entre amigos es bastante común escuchar que algunas personas hablan de que su pareja es tóxica o que forman parte de una relación que viven, ellos y ellas, como tóxica.  

En ese contexto, es interesante determinar qué implica una “relación tóxica” y cuáles son algunas de sus características más comunes, que permitan reconocer si se está siendo parte de una, cómo se sostienen en el tiempo y, lo que es más importante, cómo salir de ellas.

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 Relaciones tóxicas… ¿cómo son?

El término “tóxico” aplicado a las relaciones es bastante reciente y suele ser utilizado para describir un sinnúmero de situaciones en que alguno de los miembros de la pareja se siente en desventaja o tratado de una manera injusta, abusiva o violenta. 

Partamos diciendo que en toda relación que es “tóxica” hay una dependencia emocional que significa que uno de los miembros de la pareja no se siente capaz de afrontar, o no puede por alguna razón, de manera adulta e independiente, solventar sus propias necesidades, deseos y responsabilidades. Es decir, que ella o él no siente que es capaz de cuidar de sí misma/o y piensa y vive su relación como un espacio en el que no hay bienestar, ni posibilidades de realización, aunque no sabe o no puede salir de ella o terminarla.

Una relación tóxica es, de hecho, una relación en la que nadie debería estar. Se las llama “tóxicas” por su similitud con las adicciones a sustancias en las que la persona adicta no tiene fuerzas ni posibilidades de dejar de consumir por sí sola y que, muchas veces, hay recaídas, agudizamientos, ansiedad y otro tipo de “síntomas” que aumentan la dependencia y el malestar.  

En las relaciones tóxicas, no se puede concebir el vivir sin el otro, aunque esto le genere daños evidentes. Una relación tóxica, si bien suele asociarse a las relaciones de pareja, puede ser también de amistad (amigos dependientes o codependientes), de trabajo (jefes, compañeros o subalternos) familiares (padres y madres, hermanos, parientes), etc.

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¿Cómo saber si mi pareja o yo somos tóxicos?

Para identificar si una relación es tóxica o no, es importante reconocer algunos rasgos (o formas de ser) de la pareja y, de una/o mismo, que sostienen la relación en la que prima el malestar y el dolor.

Entre los más comunes rasgos de “toxicidad” de una persona están:

1. El molestarse cuando la otra persona hace planes con autonomía e independencia, o sale con amigos o por su cuenta. Siente celos, prohíbe que eso suceda, genera conflicto o se victimiza por esta razón.

2. Hacer cosas para sostener la dependencia de otra persona: obligar a que siempre se le consulte antes de tomar una decisión, tener la última palabra, ocultar u omitir información que posibilitaría la toma de decisiones autónoma del otro.

3. Evitar el acceso del otro a objetos personales, su propio dinero, o a sus personas de afecto (familia y amigos).

4. No permitir que haya intimidad o privacidad y pretender tener control sobre todo y todos los aspectos de la vida de la pareja (espiar el celular, sus redes sociales, intrigar para “descubrir” algo sospechoso”).

5. Control de movimientos, horarios y dinero de la otra persona.

6. Ignorar la opinión del otro en cualquier aspecto, ordenarle que se calle, cuestionar, chantajear, irrespetar.

7. Sobreproteger a la otra persona, hacerlo sentir bobo o incapaz de hacer y decidir sobre su vida.

8. Hacer creer al otro que sin él o ella es malo, peor o insuficiente y que solo en compañía o como parte de la pareja tiene algún valor.

9. Ser egoísta o egocéntrico o tender a victimizarse.

10. Chantajear emocional o físicamente para obtener beneficios sexuales o tener relaciones sexuales con la pareja.

11. Desconfiar del criterio, elecciones y decisiones de la pareja. Imponer unilateralmente estilos de vida, afectos, decisiones, la cotidianidad.

Personas con estos rasgos, suelen transformar sus relaciones en tóxicas.

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Algunas características de las relaciones tóxicas

Las relaciones tóxicas suelen caracterizarse cuando las situaciones explicadas a continuación, se dan con frecuencia:

Dependencia emocional. Significa que la propia estabilidad y bienestar emocional solo pueden conseguirse en función de la existencia de la otra persona dentro de la relación. “Mi estabilidad emocional, mi paz y mi ser depende de mi pareja”, “no puedo vivir sin mi pareja”, “sin él/ella no soy nada”. Son frases que suenan muy románticas pero que denotan una clara dependencia emocional, que lleva a que las parejas se conviertan en relaciones y vínculos tóxicos.

Falta o exceso de límites. Uno de los dos en la pareja exige e impone límites abusivos al otro (muchas veces de forma violenta), mientras que él/ella no acepta límite alguno. En las parejas que no son tóxicas los limites surgen a partir de acuerdos respetuosos entre los miembros y no por imposición.

• Picos emocionales y poca serenidad. En las relaciones tóxicas la pareja vive constantes “tormentas” y escaladas emocionales, en las que suele haber muchos gritos y manifestaciones exageradas de llanto, queja, ira o depresión. Asimismo, el control excesivo, la culpabilización constante, el arrepentimiento sin rectificación, la manipulación y el chantaje emocional son constantes y cotidianos.

• Irracionalidad y constante justificación. La pareja dentro de una relación tóxica está sometida a pedidos, límites y actitudes irracionales que son constantemente justificadas como “manifestaciones de afecto”, “preocupación y amor” o como resultado de “estrés”.

• Fluctuaciones y ciclos cada vez más frecuentes. Las relaciones tóxicas suelen vivir fluctuaciones constantes, pasando de una aparente calma o paz a una discusión o pico emocional en poco tiempo. También es común que haya ciclos (como el ciclo de la violencia) que cada vez son más cortos y de los que los protagonistas no siempre son conscientes.

Finalmente, es muy importante tener en cuenta, que la “toxicidad” en una relación de pareja es muy evidente desde afuera mientras que los protagonistas suelen no notarla. Los amigos, la familia y las personas cercanas pueden ver claramente que la pareja tiene comportamientos tóxicos porque las actitudes y forma de relacionarse (como se hablan, como se tratan) evidencian algunos de los aspectos planteados anteriormente. Se normaliza, romantiza y justifica, con la coartada del amor, una cultura del maltrato relacional.

Por otro lado, las personas que están dentro de la relación, al menos al principio, suelen no notarlo o justificar las actitudes de su pareja por situaciones externas, sumándose, así, a la minimización que el otro hace de sus propios sentimientos. 

Siguiendo con esto, es recomendable que apenas uno de los miembros de la pareja note que la relación no es lo que uno creía, o cuando inicie una sensación de dolor, miedo o malestar en la pareja, puedan acudir a ayuda profesional (juntos o individualmente) que aporte a la transformación o superación del vínculo, para lograr salir de él de manera inteligente, saludable y positiva. En esto se puede jugar la vida, el futuro, la paz, la alegría, la libertad y el bienestar personal y relacional.

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Maritza Crespo Balderrama, M.A. y Diego Tapia Figueroa, PhD

Psicólogos Clínicos
098 706 2628
iryse.org

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