Fomentar las reuniones familiares permite compartir momentos de esparcimiento, alegría y complicidad. Se afianzan los vínculos y se fortalecen las redes emocionales de apoyo.
A la consulta terapéutica acuden personas con infinidad de temas que consideran necesario trabajar, entender o superar. Muchas de ellas manifiestan una sensación de soledad, ansiedad y aislamiento, otras plantean que no encuentran sentido en los vínculos y el contacto con quienes son parte de su entorno.
Varios quieren comprender, por ejemplo, cuál es la importancia de los vínculos familiares, de contar con el otro, de compartir con las personas que nos quieren y cómo aprender a relacionarse con su familia sin que esto sea motivo de ansiedad, disputa o estrés.
Enfrentar situaciones complejas de la vida en común requiere generar espacios conversacionales, que fomenten la confianza y la seguridad. Ser capaces de trasmitir de manera auténtica a cada integrante de la familia extendida, la certeza de que es importante, que sus asuntos importan y que el mundo es también un mejor lugar gracias a la existencia de cada miembro.
La familia: los vínculos que nos conforman
Se puede hablar de familia desde varias perspectivas. Muchas disciplinas y ciencias la abordan para comprender sus dinámicas, procesos internos y como elemento fundamental de la sociedad humana. Las ideas de familia han ido variando con el tiempo y se impregnan de las creencias y valores propios de las culturas. Sin embargo, es evidente que no hay sociedad en la que la familia no ocupe un lugar protagónico.
Desde la perspectiva de la conformación de la identidad de las personas, la familia tiene un rol preponderante y básico. Es el primer contexto en el que el ser humano se desarrolla, el vínculo primordial que protagonizan una madre y su hijo, el espacio para el reconocimiento, la mirada y el amor que construyen al individuo.
No obstante, por el propio desarrollo psicoemocional del ser humano y por las dinámicas de la vida cotidiana, muchas veces los vínculos familiares se debilitan. Otras prioridades van tomando el lugar de la familia y, en no pocos casos, los vínculos pueden perderse.
Retomar las relaciones familiares, compartir momentos de calidad y calidez, es una tarea que cobra sentido si se tienen en cuenta las siguientes ideas:
Beneficios de compartir en familia
Quizá el beneficio más conocido y que, evidentemente es importante, es el que tiene que ver con que la familia es un espacio fundamental para el aprendizaje. No se trata de obtener información, sino, sobre todo, para el aprendizaje del respeto, la solidaridad, la aceptación y la libertad. Aspectos fundamentales para vivir la vida con dignidad, de una manera íntegra y plena.
Reconocer que existe el otro, valorarlo, respetar las diferencias y aceptar a los miembros tal como son, deberían ser los elementos que no falten en las relaciones familiares. Son procesos que se aprenden a partir de la experiencia, de compartir una atmósfera familiar caracterizada por el diálogo y el buen trato.
La familia también es el lugar para comprender e introyectar lo que es importante para la vida de cada uno, los valores y principios que se convertirán en las mejores herramientas para la toma de decisiones, la priorización de situaciones, la proyección individual.
Unas relaciones familiares sostenidas en el respeto y la aceptación se constituyen en el espacio para convertirse en personas que respetan, aceptan, valoran, reconocen, son solidarias y libres.
Otro de los beneficios de fomentar las reuniones familiares es que cuando se comparten momentos de esparcimiento, alegría y complicidad, se afianzan los vínculos y se fortalecen las redes emocionales de apoyo. Pasar tiempo juntos ayuda a conocerse mejor y esto fomenta la confianza y la solidaridad.
Además, ayuda a la detección temprana de problemas individuales y familiares y, sobre todo, a generar procesos de resolución de los conflictos, que son parte de la propia vida y es común que se presenten en las relaciones y al interior de cada persona.
Evidentemente, relaciones familiares sólidas y sostenidas en el diálogo y el respeto apoyan la toma de decisiones y el afrontamiento de situaciones de otros contextos personales (educativos, de trabajo, proyectos personales). Pueden ser una buena guía al momento de hacer transformaciones importantes y sostenibles.
Otro factor beneficioso de las reuniones y los vínculos familiares es que ayudan al aparecimiento de sinergias (la acción conjunta y la coordinación) para la consecución de los objetivos que los miembros se planteen. En este sentido, tener proyectos en común (viajes, vacaciones, emprendimientos o hobbies) son buenas formas de canalizar las energías de todos los miembros hacia un objetivo compartido y con resultados beneficiosos para todos.
Finalmente, la unión familiar, las relaciones y reuniones familiares son el espacio para el aprendizaje y puesta en práctica de la capacidad de resiliencia. Es más fácil sobreponerse a las adversidades si se cuenta con una red familiar consistente y coherente, que sostenga y acompañe a sus miembros.
Espacios para compartir en familia
Promover espacios para la reunión familiar no tiene que implicar grandes movimientos o esfuerzos, inversión de dinero o logísticas excesivas. Quizás, el recurso que es indispensable para conseguir estos espacios es el tiempo. Destinar momentos para compartir, abrir un lugar en la agenda personal y ser constantes, es un requisito. No se trata de largas horas, sin embargo, debe haber espacios concretos en los que compartir disfrutando y dejando disfrutar con alegría y libertad.
Algunas de las actividades cotidianas que pueden convertirse en el espacio de unión, diálogo, diversión y relacionamiento positivo pueden ser:
• Preparar los alimentos. Un espacio rico en posibilidades para el relacionamiento familiar es el de la cocina, un lugar que moviliza nuestra memoria ancestral de la comunidad alrededor del fuego y los alimentos. La preparación de la comida y el comer en familia puede pasar de ser un espacio de “trabajo” rutinario a convertirse en el espacio lúdico para el juego, la alegría y la diversión. Sentarse alrededor de la mesa, charlar y compartir potencia el conocimiento de los miembros de la familia y fortalece la unión familiar.
• Momento de salida y esparcimiento. Planificar salidas semanales o quincenales, a hacer ejercicio o pasear es, también, una buena manera de compartir tiempo en familia. El deporte aporta a las personas la actividad física necesaria para una vida saludable. Sin embargo, caminar, viajar, ir al cine o simplemente dar un paseo más que el movimiento del cuerpo aporta con temas de conversación, el fomento de la curiosidad y el diálogo.
La unión familiar, en consecuencia, es algo que debe fortalecerse cotidianamente y es el espacio para la potenciación de los recursos y fortalezas emocionales de sus miembros, la puesta en práctica de los valores, principios y compromiso necesarios para la vida cotidiana y el lugar de aprendizaje de la solidaridad, el respeto, la aceptación, la resiliencia y la esperanza.