Descubrir el vino perfecto para acompañar su comida elevará la experiencia culinaria.
El emparejamiento perfecto de vinos y alimentos es uno de los desafíos de la gastronomía. Para ello, debemos conocer los distintos ingredientes que intervienen en un plato, además de los perfiles del vino. De eso se trata el maridaje: ensamblar buscando equilibrios a través de los contrastes o potenciando similitudes.
Los gastrónomos, por su parte, deben conocer el tenor graso de los ingredientes, la forma de cocción y los aderezos. En relación a los vinos es importante considerar el cuerpo, la acidez, el alcohol y el tipo de crianza.
CUERPO MEDIO
Son suaves, secos y/o frutales: Malbec, Carmenere, Chianti y Rioja Crianza. Para: asados, lasaña y guisos ligeros.
JÓVENES Y LIGEROS
Son frescos y frutales: Pinot Noir, Merlot y Beaujolais. Para: embutidos, salmón, pato y pizza.
AÑEJOS
Son complejos y elegantes: Ribera del Duero, Rioja Gran Reserva y Brunellos. Para: solomillo, champiñones y quesos curados.
CORPULENTOS
Son potentes y concentrados: Cabernet Sauvignon, Syrah, Malbec y Barolo. Para: carnes de caza, cordero y guisos.
DULCES – FORTIFICADOS
Son cálidos y generosos: Oporto, Pedro Ximénez y Marsala. Para: postres de chocolate, helados y tartaletas.
SECOS Y AROMÁTICOS
Son fragantes, frutales y florales: Albariño, Torrontés y Riesling. Para: pulpo, comida china y cocina fusión.
SECOS Y FRESCOS
Son ligeros y con buena acidez: Sauvignon Blanc, Chenin y vinho verde. Para: aperitivos, ceviches y ensaladas.
DULCES
Son intensos y voluptuosos: Late Harvest, Sauternes y Moscateles. Para: quesos azules, foie-gras y postres cítricos.
SECOS Y CUERPO MEDIO
Son suaves y equilibrados: Rioja, Bordeaux y Blends. Para: pescado, pollo, cerdo y tortillas.
CORPULENTOS
Son untuosos y complejos: Chardonnay Roble, Rioja Reserva y Viognier. Para: langosta, mariscos y cocina francesa.