El Tempranillo es un vino vigoroso y elegante. Sale al ruedo de la vitivinicultura del mundo, elevando el estandarte de la hispanidad.
Su historia está profundamente ligada al reconocimiento internacional de los vinos de Rioja. El origen de su nombre está vinculado a su comportamiento agronómico. Brota relativamente temprano, con lo que se expone frecuentemente a las heladas tardías y se la cosecha antes que a otras variedades tintas.
EL TEMPRANILLO Y LOS SENTIDOS
Rubí, cereza y teja son algunas tonalidades que el tempranillo despliega con el correr del tiempo. Presenta un repertorio aromático que involucra a frutos como arándanos, moras, frambuesas y uvas pasas, con acordes especiados, minerales y regaliz. La crianza en roble, generalmente de origen americano, aporta notas de coco, vainilla, chocolate y café. En boca muestra una moderada concentración de taninos frutales y acidez refrescante, que lo posicionan como un vino versátil a la hora de los emparejamientos gastronómicos.
SERVICIO
A los ejemplares más jóvenes, sin crianza, conviene servirlos a unos 15°C ó 16°C y a los más robustos , a unos 16°C ó 17°C. Estos últimos se beneficiarán con una ligera oxigenación en un decantador.
EL TEMPRANILLO Y LAS COMIDAS
Unir el paisaje gastronómico y enológico es una forma maravillosa de realizar maridajes; de allí que el típico tapeo español. También las paellas, entre otras delicias, acompañan muy bien a los tempranillos más jóvenes. Los quesos de oveja semimaduros, embutidos y pastas con salsas moderadamente condimentadas serán un buen complemento para los tempranillos con discreta crianza en roble, reservando los más potentes con buenas crianzas en roble para guisos criollos con carne, estofados y cordero a la parrilla.