El sueño nocturno regula las funciones encargadas del apetito, la energía, la desintoxicación y el equilibrio mental.
Cuando planificamos mejorar nuestro estilo de vida, por lo general tomamos en cuenta la alimentación y el ejercicio, pero dejamos de lado un aspecto más importante aún: el sueño. Como nos sentimos durante del día depende, en gran parte, de la calidad del descanso que tuvimos en la noche.
Dormir va mucho más allá del descanso. Durante el sueño se generan hormonas que permiten el desarrollo muscular, el balance de los niveles de azúcar en la sangre, el apetito, la reparación de tejidos para evitar envejecimiento prematuro y, en el caso de niños, el crecimiento. Adicionalmente, el cerebro crea vías neurológicas para entender y retener información, y prevenir la depresión.
EN EL MOMENTO OPORTUNO
No importa solamente cuánto se duerme sino cuándo. El cuerpo tiene sus propios procesos para desintoxicarse y se dan entre las 23:00 y las 02:00.
Si estamos despiertos durante este período, los órganos cumplen otras funciones, restringiendo la desintoxicación. El resultado es la acumulación de las toxinas que quedaron sin eliminarse.
El cuerpo tiene un reloj que sabe cuándo es de día y cuándo es de noche. Se dan cambios corporales que responden a este ciclo en su momento. Esto es conocido como el ritmo circadiano. Por más que intentemos adaptarnos a dormir en la mañana y trabajar en la noche, ir contra la naturaleza es imposible y aparecerán problemas físicos y mentales.
DESCANSO DE CALIDAD
Para conciliar el sueño y lograr que sea profundo y reparador, hay algunas prácticas que podemos incluir antes de dormir:
• Darse un auto masaje en las plantas de los pies con aceite tibio.
• Evitar revisar el celular en la cama, ya que el resplandor genera estímulos que impiden dormir.
