Quito, capital de nuestro Ecuador, en su nombre esconde su mensaje: ¡Qué Universo Inimaginable Te Ofrezco!
Quito es lugares, olores, sabores. Unos para gozar de las excelencias patrimoniales de ese Quito histórico, otros para detenerse y simplemente mirar o saborear ricos platos, divertirse, escaparse a lugares cercanos y hasta rezar.
Hoy, quizás con jeans y una camiseta tricolor sería otro viajero dispuesto a visitar no solo iglesias, sino todas aquellas experiencias que brindan un nuevo espíritu vital. Es lo que les espera a quienes, en lugar de quedarse en casa, viven la ciudad y lo mucho que ofrece. Ese Quito que este 2018 ha celebrado 40 años de su nominación como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Quito es farra
En la Carita de Dios, nadie se escapa de compartir un rato de alegría, adornarlo con una copa en la mano y brindar por la felicidad.
Quito es noctámbulo y hay varios lugares en la ciudad que nos ayudarán vivir la noche.
La Ronda
Uno de los espacios más emblemáticos del casco histórico fue, durante la colonia, límite de la ciudad. Es una calle donde conviven oficios tradicionales con comidas y bebidas típicas, que se ofrecen en modestas fondas con aires de antaño. No faltará la música mientras degustamos todo tipo de empanadas y un canelazo, tan apropiado en los fríos de invierno.
El Centro Histórico
El tesoro patrimonial de Quito luce de noche iluminado para mayor realce de iglesias, palacios, edificios y monumentos que le valieron ser Patrimonio de la Humanidad. Lejos del bullicio de las horas centrales del día, un paseo nocturno relajado por sus calles es acompañado por entrañables leyendas. En la Plaza Grande podemos descansar y tomar algo para recuperar fuerzas, desde productos tradicionales al singular chocolate de Ambato.
La Mariscal
El extraordinario ambiente de música y restauración de todo tipo garantiza el disfrute. La noche bulle y su corazón palpitante está en la plaza Foch y sus calles adyacentes, lugar de paso de todos aquellos que buscan diversión y buena comida, accesibles a todo tipo de bolsillo. Dicen que no hay un lugar igual en toda Sudamérica.
Guápulo
Llamada a ser la parte bohemia de Quito. Fue allí donde Gonzalo Pizarro y Francisco de Orellana partieron en busca del País de la Canela. Hoy, son los cafés que adornan las calles donde se encuentran a poetas, literatos y artistas, que se inspiran en la hermosa vista nocturna de los valles para expresar sus emociones. Experiencia artística a nuestro alcance y por caminos históricos.
Curiosidades• La chiva es otra gran farra quiteña. Sin dejar de bailar y tomar canelazos, vivir paseando la noche, con toda alegría. • La Garagua, o calle Galápagos, fue recientemente restaurada y luce festiva como cuando, en años atrás, sus vecinos organizaban sonoras verbenas: ¿por qué no ahora? • Bares para tomar cervezas y canelazos, el Centro Histórico es el apropiado. Y para bailar hasta la madrugada: La Mariscal tiene locales para todo tipo de música. |
Quito es cultura
Difícil encontrar una ciudad con tantos tesoros patrimoniales en tan pequeño espacio como el Centro Histórico de Quito.
Basílicas, iglesias, palacios, edificios singulares, museos y miradores a nuestra disposición para mostrarnos su inigualable belleza.
• En la Plaza de la Independencia encontramos a la Catedral Primada. En ella descansan eternamente varios presidentes de la República y el Mariscal Sucre en capilla anexa.
• Por la calle García Moreno llegamos a la Iglesia de la Compañía, tesoro del barroco quiteño y de Sudamérica, cuya construcción necesitó 160 años. Su interior, forrado íntegramente de pan de oro, brilla e ilumina los hermosos artesanados mozárabes, españoles y persas. Allí descansa Santa Marianita de Jesús.
• Por la calle Sucre llegamos a la Plaza de San Francisco, centro de la vida indígena en tiempos pasados. Hoy la preside la iglesia de San Francisco, el llamado ‘Escorial de América’ por sus claustros y patios.
• A la Basílica Menor de La Merced llegaremos por la calle Cuenca. Allí encontramos a la Patrona de los Ejércitos ecuatorianos. Hecha de Piedra, es custodiada por los padres Mercedarios. También se conoce a la imagen como Virgen del Terremoto por su invocación protectora en el sismo de 1575 y tres posteriores.
• Santo Domingo es otra joya. Al entrar impresiona la belleza de sus altares laterales, la de sus techos mozárabes y la hermosa capilla de Nuestra Señora del Rosario.
• Centro de poder en el país, el Palacio de Carondelet, preside la Plaza de la Independencia. La construcción actual en nada se parece al de la época colonial, que conoció la gesta de los Próceres el 10 de agosto de 1809.
• Destacamos dos hermosos edificios civiles en el Centro Histórico de Quito: el del Banco Central (ahora Museo Numismático) y el neoclásico Palacio del Antiguo Círculo Militar, ambos de la primera mitad del siglo XX.
• Gran cantidad de museos complementan nuestra visita a monumentos. El de la Ciudad, en el marco incomparable del antiguo Hospital de San Juan (1565); en arqueología el Museo Nacional del Ministerio de Cultura y la Casa del Alabado son referencia obligada
• Las casas ligadas a personajes históricos no deben dejar de ser vistas: el Museo Sucre, el de Manuela Sáenz, el de María Augusta Urrutia. Y los artísticos, entre otros: el Centro de Arte Contemporáneo, el Centro Cultural Metropolitano o la Capilla del Hombre. La lista es larga y prácticamente cualquier tema tiene su museo.
• Los entrañables barrios de San Marcos, la Loma Grande, San Roque y San Juan atesoran gran cantidad de patrimonios intangibles por todo lo que encierran: talleres, tiendas, comercios y comidas. Todo lo que hace que el día a día de sus habitantes también forme parte de este Quito eterno.
Curiosidades • La estación de tren de Chimbacalle fue elegida por los quiteños como primera maravilla quiteña en una encuesta realizada años atrás. • Cada lunes, a las once de la mañana, podemos presenciar el cambio de guardia en el Palacio de Carondelet, presidida por el Presidente de la República. • Lejos del barroco, las capillas del Belén, San Blas y San Sebastián son las iglesias más antiguas del Quito colonial. |
Quito es gastronomía
La ciudad del buen comer. Los sabores de la capital apasionan el paladar.
Desde los modestos puestos callejeros que nos atrapan con sus olores, a renombrados establecimientos en restauración, en clara competencia para destacar en cocina de autor, Quito brilla por su oferta culinaria.
• Empieza el día, es la hora del desayuno. Si nos animamos podemos subir al barrio de San Juan, balcón de Quito, y encontrar allí las quesadillas más afamadas de la ciudad. Y si no, es fácil encontrar en cualquier parte empanadas de morocho, de queso, de verde, de viento. O humitas y quimbolitos. Todo acompañado de café o chocolate caliente.
• Tradicionales y apetitosas, las colaciones nos sirven para ir recuperando energías con su aporte de miel, maní y azúcar. Toda una alegre explosión calórica. Largo tiempo de preparación en una paila, calentada al carbón, que manualmente es mecida horas y horas para lograr la mezcla perfecta. Reconocidas internacionalmente, son parte de la tradición quiteña.
• Ya es mediodía: el calor aprieta y como no hemos dejado de caminar por Quito, necesitamos algo fresco. Qué mejor que los helados de paila, hechos de jugo de frutas, hielo y sal. Difícil tomarse solo uno.
• El almuerzo es cosa seria, pero en Quito no es problema. La oferta es amplia para todos los gustos y para comenzar, qué mejor que un locro de papa, el tradicional plato serrano. Y si a uno no le produce reparo, el yaguarlocro es otra opción que nos deja satisfechos.
• Y si queremos probar otra singular delicia, qué mejor que un ceviche, preparado con chochos, uno de los platos más emblemáticos de nuestra Sierra.
• Pero la fritada no se queda corta. Este plato serrano que con carne de cerdo y debidamente acompañado de ensalada y un buen tinto, ahuyenta la tristeza.
• Tampoco hay que olvidar los tamales, que rellenos de carne o pollo, igualmente deleitan.
• Toda buena comida cierra con un postre. Y postres quiteños tenemos unos cuantos y todos sabrosos. Quizá el más tradicional sea el de higo confitado con queso, una delicia. O la tan popular espumilla, preparada con pulpa de guayaba. En la calle Espejo del Centro Histórico podrá degustarla sola o con fruta: ¡para chuparse los dedos!
• El postre quiteño tiene un aliado hoy en día difícil de encontrar: la mistela, mezcla de mosto de uva y alcohol para que no fermente.
Don Ramón Ayala y Sandoval, protagonista de la leyenda del Gallo de la Catedral, la consumía a mansalva.
Curiosidades • Si busca tomar la misma mistela que tomaba Don Ramón Ayala, la zona de la calle Ipiales es la mejor. • El hornado, patrimonio gastronómico del Ecuador, llegó con los españoles y hoy es común degustarlo en mercados, restaurantes y comedores populares. |
Quito es turismo
Hay tanto que visitar en la capital ecuatoriana.
Quito satisface cualquier necesidad viajera.
Pocas ciudades en el mundo tienen el abanico de posibilidades que tiene Quito, ya sea en su interior o en sus alrededores. Disfrutar de todo lo que ofrece es una experiencia. No hay muchos lugares que aúnen patrimonio cultural y naturaleza de una forma tan hermosa como nuestra capital. Por ello, debemos recordar de vivir todo lo que se nos ofrece y convertirnos en embajadores de lo que es nuestro.
• El Panecillo, nombre que pusieron los españoles al Yanacauri, nos permite una vista general de la parte histórica, zona norte y el gran sur. Todo esto adornado por las montañas circundantes y la presencia benefactora de la Virgen alada, copia en acero de la que preside la Iglesia de San Francisco. En Navidad hay que visitar su pesebre monumental.
• Miradores en la ciudad hay varios: el Itchimbía es una de las lomas que cierra Quito por el oriente. En la cima encontramos su centro cultural. A ella se accede cruzando otro barrio histórico de la ciudad: La Tola. Permite observar desde lo alto las empinadas calles que fueron el origen la ciudad colonial; y al fondo, el Panecillo.
• Pero para tener una vista majestuosa de todo, el teleférico es la mejor alternativa. Sube a Cruz Loma, a 4 050 metros de altura. Quito a nuestros pies, de norte a sur; y al frente, la cordillera oriental. Pero lo que extasía a todos, ecuatorianos o extranjeros, es apreciar en días limpios de nubes, toda la Avenida de los Volcanes con el imponente Chimborazo, allá en la lejanía. Simplemente sublime.
• De nuevo en el Centro Histórico. Una buena opción para llegar a los sitios de interés es el llamado ‘Quito Tour Bus’, un transporte de dos pisos, que nos evita largas caminatas de aquí para allá. Con inicio en el norte (Av. Naciones Unidas), recorre la ciudad en tres horas y permite al viajero subir y bajar del mismo donde desee. Una buena manera de no perderse de lo esencial.
• Yaku, el Museo del Agua destaca por su singularidad, emplazamiento y novedosa arquitectura. Perfecto para todos pero especialmente para estudiantes, por lo mucho que pueden aprender allí. No se lamente si sale bien mojado.
• Cerca de la ciudad existe una visita obligada: la Mitad del Mundo. Allí donde una línea separa el norte y el sur y que nos permite fotografiarnos con un pie en cada hemisferio. Podremos obtener un certificado de tal hecho. Es un homenaje también a los miembros de la primera expedición geodésica de 1736 y dispone de una serie de pabellones temáticos, que complementarán nuestra visita.
• Finalmente, y muy especialmente para los turistas que visitan nuestra ciudad y país, el mercado artesanal de la Mariscal, cerca de El Ejido, es una copia casi exacta de los que podríamos visitar en otras partes, especialmente en Otavalo. Con productos variadísimos y a precios para todos, llevarse un recuerdo de lo vivido es obligatorio.
Curiosidades • Desde la estación de Chimbacalle pueden tomarse trenes turísticos que, con un atractivo programa, recorren las cercanías de Quito hasta el Boliche, a los pies del Cotopaxi. • ‘Quito Eterno’ realiza rutas teatralizadas con actores, que interpretan a personajes de la vida quiteña de antaño. • Tres museos de sitio nos hablarán del Quito preincaico: el parque arqueológico Rumipamba; el de la Florida, con sus sepulturas de fondo profundo y el de Tulipe, a 70 kilómetros de la capital, con bosque subtropical, nos habla de los Yumbos. |